Seguramente
alguna vez en tu vida has pronunciado o pensado “Mi felicidad está en tus manos”, deseo que lleva a que generemos
expectativas en el otro, que en la realidad están fuera de su alcance, aún
cuando tenga la mejor de las intenciones y se esfuerce por lograrlo.
Esta
perspectiva errónea del amor, concede al otro la enorme responsabilidad en que todos sus esfuerzos se dirijan a nosotros
antes que así mismos.
La verdadera felicidad es un estado que nadie
puede regalarnos, pues radica dentro de cada uno, por esta razón cada vez que
se busca afuera, logramos pequeñas chispas de ella pero al cabo del tiempo se
difumina, dejando a su paso frustración por que no llego hasta donde
deseábamos.
Tu
eres el único artífice de tu felicidad, cierto es que, el entorno te facilita,
te ilumina, como si de un faro se tratase, pero al final el único que es capaz
de hacerte 100% feliz eres tu.
Cada
vez que esperamos que nuestros hijos, pareja, amigos, sean la fuente de nuestra
felicidad, nos estrellamos con la realidad, ellos también, están buscando su
felicidad antes de complacerte para que tu lo seas.
Diferente
es, que percibas a los demás como acompañantes que te hacen más agradable tu
viaje por esta vida a que les exijas que hagan tu vida feliz. Por otra parte,
también sería interesante que descubrieras que tu presencia puede hacerle más
agradable el trasegar a los que te rodean.
Si
en el mundo, cada ser humano se empleara en la tarea de buscar la felicidad
dentro de si y de ser buen compañero de
camino, viviríamos, desde mi punto de vista, en un mundo más armonioso.
Adicional
a este percepción, también nos encontramos con la idea errónea de creer que el amor es todo poderoso, es cierto que este sentimiento lleva consigo
armonía, comprensión, paciencia, bienestar… sin embargo no soluciona todo los
problemas, ni reemplaza las acciones que cada quien ha de asumir en las
diversas facetas de la vida.
En
conclusión queridos peregrinos, ni el
amor es un genio que nos concede todo lo que deseamos, ni es mágico, para
solucionar todo con un simple chasquido de dedos.
Espero
que la reflexiones anteriores nos motiven a hacernos cargo de nosotros mismos,
asumir nuestras responsabilidades y convertirnos en excelentes compañeros de
vagón para los que nos encontramos por el tren
de la vida.
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